El libro del amor, exposición en Espacio O de la joven artista chilena Macarena Soto, nace en confinamiento, en el encierro y en el ejercicio de mirar atrás. La artista escudriña en sus memorias y sentimientos para crear un nostálgico cuerpo de obra para hablarnos de su adolescencia.
Partiendo por mirar la pintura Pubertad de Edward Munch, a quien hace cita en una de sus pinturas, Macarena Soto da cuenta de la falta de visibilidad que ha tenido la adolescencia y la pubertad en las obras de artistas mujeres. Nos fascina el cuerpo adolescente en pinturas como las de Balthus, que erotizan el cuerpo de las niñas, también las de pintores clásicos que hicieron factible la simbolización de la adolescente desnuda, pero no la de artistas mujeres que hablaron desde su propia trinchera, desde el relato más íntimo y subjetivo, es decir, desde la verdad de sus cuerpos.
La artista toma su pincel como quien toma su diario de vida -de ahí que la exposición se llame El libro del amor– y crea una serie de seis obras para reescribir con nostalgia una etapa de su vida que, según ella, debería ser revalorizada por levantar la pregunta sobre qué es ser mujer. ¿Serán los cambios físicos, el desborde emocional, la relación con nuestros propios cuerpos y la mirada del otro sobre este, los que definirán si este es o no el libro del amor?
La artista, que suele tomar a la mujer y a la niña como temática, desarrolla un imaginario propio en torno a sus propias vivencias como adolescente para guiarnos por un viaje íntimo que pretende revelar las experiencias subjetivas de un cuerpo culturalmente olvidado. El libro del amor es un retrato de melancolía, dolor y deseo, y un intento audaz de revelar experiencias femeninas, acaso invisibilizadas por una cultura empeñada cada vez más en objetivar y erotizar el cuerpo de niñas y adolescentes.
