Por Andrea Fontana
Las imágenes que Adolfo Bimer (Santiago, 1985) emplea en su producción artística devuelven a la mirada pública la pérdida de identidad impuesta por el sistema sanitario. Lejos de obsesionarse morbosamente con las enfermedades que coagula en su obra tanto escultórica como pictórica, Adolfo Bimer nos ofrece una mirada democratizadora, reclamando la individualidad dentro de la constante deshumanización que el sistema sanitario ejerce sobre sus pacientes y funcionarios. Su trabajo se mueve entre lo pictórico y lo escultórico, llevando al espacio expositivo trazas de miles de voces sin rostro ni identidad.
En el trabajo de Bimer encontramos una fuerza enriquecedora, ya que el artista se sumerge en el imaginario molecular que nos une. En ese sinfín de imágenes, cuya lectura resulta imposible para el ojo sin formación, redescubrimos la alteridad y el paso del tiempo. En este doble y violento mecanismo de traducción, del Estado y del artista, estas imágenes vuelven a abstraerse para resignificarse.
Adolfo divide el espacio, lo constriñe, ofreciendo así una sala de espera plasmática. Cuatrocientas sesenta y seis pinturas realizadas utilizando barnices mezclados con pastillas molidas, óleo, y minerales como calcio, azufre, carbón o hierro se imponen al espectador, forzando una espera permanente, donde el espacio se convierte en cuna para reapropiarse de un tiempo cuya naturaleza es síntoma del inexorable y persistente deterioro del cuerpo humano como tal.
Estas imágenes abstractas salen de la frialdad de la sala de espera, asumiendo una nueva piel, una corporeidad que el artista le vuelve a donar. La espera se vuelve cuna para resignificar las relaciones que un sistema estatal quita y que el artista, apoyándose en su experiencia biográfica como acompañante de una paciente, vive en su propia piel y ofrece al espectador. En este espacio-tiempo, los empleados del tiempo permanecen por su ausencia.
A través de lo biográfico, Bimer permite instaurar un diálogo que une por su diversidad, por el azar de la materia prima de sus obras, en una constante labor de traducción desde lo molecular y aparentemente inerme a lo espacial y temporal.
ADOLFO BIMER: LAS VOCES
La Papelería, c/ 12 San Mateo, Madrid
Del 6 de junio al 20 de julio de 2024
* Parece imposible hoy en día pensar en esta violenta construcción de imágenes, en sistemas que transforman la persona en dato, sin que la mente naturalmente viaje a la opresión y genocidio que el estado de Israel ejerce en la franja de Gaza y en los territorios palestinos. Es por eso que desde La Papelería queremos reforzar nuestro apoyo incondicionado hacia Palestina, como también la condena al genocidio en curso por parte de Israel y el apoyo internacional por parte de Estados Unidos y la Unión Europea que le permiten seguir impunemente.
Artículo publicado originalmente en Artishock