volver atras
Reseña / 10 Abr — 2021

Francisca Garriga

Blanco

La obra de Francisca Garriga se inscribe en la larga tradición moderna del Op art, caracterizándose por la exploración de patrones, colores, luces y sombras que crean ilusiones ópticas que ponen en duda la autoridad del ojo. Así, por medio de una sofisticada abstracción geométrica que combina tanto tensiones cromáticas como ilusiones de perspectiva, sus obras buscan generar respuestas perceptuales que confundan la mirada.

Blanco, la segunda exposición individual de Francisca Garriga en Artespacio, reúne una serie de obras que son el resultado de una investigación cromática y cinética basada en el color blanco, en que la artista explora las diferentes potencialidades de este color.

Asociado a la pureza, el blanco en la historia reciente ha sido el motor de renovaciones y refundaciones. Lectura errada de un helenismo monocromo, durante gran parte del siglo XIX y XX las naciones del mundo erigieron grandes construcciones blancas, impolutas, símbolo de un espíritu transformador y elevado -prístino-, ensoñación de repúblicas modernas y racionales.

Así, entrada la modernidad, términos como el white cube o white box se pusieron de moda para referirse a lugares cuasi sacros. Se instauraba un nuevo paradigma, el de la Ciudad Radial, a la que más tarde los Cinco de Nueva York -los Blancos- le echarían mano como herederos de Le Corbusier.

Creador de sensaciones trascendentes e ingrávidas, el blanco en el trabajo de Garriga fue el punto de partida para esta exposición. Distanciándose de la pura copia de la realidad por medio de la abstracción y la geometría, los trabajos que la artista presenta en la muestra tiene una lógica interna que sólo se completa en la complicidad con el espectador, quien por medio de su circulación hace aparecer variaciones cromáticas que de otra manera son imperceptibles.

Así, las 19 obras que presenta la exposición ponen en relieve la prominencia de la pura percepción por sobre la inteligibilidad de las obras: en un juego de sombras y luces, aparecen variaciones infinitas que, alejadas de la naturaleza, le dan paso a sensaciones elevadas.

El blanco, terreno de lo eterno, de sentimientos trascendentes, de utopías, al fin, proporciona las bases de tensiones armoniosas que nos invitan a recorrer y escudriñar en los trabajos de Garriga; acuñando la frase de Malevich: nada en el blanco abismo libre, el infinito está ante ti.