Un susurro, un zumbido, un oleaje. Ansiosa y expectante, la masa espera que la estrella salga al escenario. Persiguiéndola y exponiéndola de una manera parcial y fragmentada, el cono de luz que la ilumina actúa como una linterna forense. Contenida por barreras, la masa intenta abalanzarse sobre el escenario para tocarla, morderla y besarla.
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Durante la Edad Media, los restos corporales y objetuales de santos y mártires tenían el poder de mover masas. Las multitudes se dirigían hacia iglesias y catedrales buscando establecer contacto directo con cuerpos humanos que, trascendiendo a su espacio y tiempo, eran considerados divinos. Distanciados e inaccesibles por sus respectivos relicarios, tras las superficies incandescentes y brillantes de oro y piedras, estos fragmentos construían la ilusión de un puente entre la humanidad y lo inexplicable. Los peregrinos creían que aquellos restos eran capaces de realizar milagros; intentando aprehender su sacralidad, algunos trataban de tocarlos, morderlos, besarlos. Como resultado, el centro de una masiva actividad religiosa respaldaba a una lucrativa industria.
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En un futuro distante, la piedra volverá a ser líquido y polvo, señala Jeffrey Jerome Cohen en Historias de piedra. Los humanos, “moscas efímeras que viven y morimos en menos de un pestañeo”, la consideramos elemental, inexpresiva e inflexible. Poniendo piedras sobre nuestros muertos, intentamos detener el mundo y acceder a la eternidad. De pronto la piedra se agita y sacude, recordándonos que ella también vive, desea y crea. Si la piedra se mueve, sostiene Cohen, todo lo sólido es una mentira.
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En Tumbas de la gloria, segunda muestra individual en Galería NAC, Pablo Bronstein combina fotografías, elementos urbanos y sonido para reflexionar críticamente sobre los dispositivos de control social. Monumentos desacralizados y deslocalizados toman diferentes apariencias a través de su lente. Fotografiados en la vía pública, nos recuerdan tesoros submarinos atrapados y olvidados entre cordones, membranas y corazas. Cubiertos por plástico en depósitos alejados de la ciudad, parecen suspendidos y vulnerables en una bolsa amniótica. Expresando desde culpa y vergüenza hasta soberbia y orgullo, los hombres de piedra se encuentran en un estado de transición, expulsados de nuestro espacio y tiempo.
Pablo Bronstein explora las diferentes maneras en que se imponen los relatos oficiales, preguntándose qué ocurre con los monumentos una vez que su iconografía ha perdido legitimidad y autoridad. ¿Qué ocurre cuando un relato vuelve a ser ruido, cuando un monumento vuelve a ser piedra, cuando la piedra vuelve a ser polvo? Guiado por su formación de arquitecto y fotógrafo, el artista transforma lugares y objetos, alterando sus cualidades físicas. Revelando lo frío como cálido y lo seco como húmedo, Bronstein libera a los materiales de las apariencias engañosas a las que han sido sometidos; nos advierte que el ruido con menos contenido también nos puede calmar y callar.
Hasta el 27 de noviembre de 2021 en Galería NAC, Américo Vespucio Nte 2878, Vitacura, Santiago de Chile