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Reseña / 16 Sep — 2021

Paula Toto Blake

La Casa Simbólica

El Museo de Arte Contemporáneo de Buenos Aires | Fundación Aldo Rubino y la Asociación Amigos del MACBA presentan “La casa simbólica”, una exhibición curada por Rodrigo Alonso de la artista Paula Toto Blake, artista representada por Galería Aninat.

Por Rodrigo Alonso | Curador

[English version below]

Aunque todavía existen algunas dudas sobre la fundación, diseño, planificación y ejecución de las obras que dieron origen a la ciudad de La Plata, desde la colocación de su Piedra Fundamental en noviembre de 1882, casi nadie discute que sus dos grandes impulsores, el gobernador Dardo Rocha y el ingeniero Pedro Benoit, pertenecieron a logias masónicas.

Estas agrupaciones, que proliferaban por entonces a lo largo del territorio argentino, estaban organizadas sobre fuertes valores morales que se imbricaban de manera especial con las labores de la arquitectura, con sus materiales, ideas y herramientas. La figura del constructor, con su habilidad para erigir edificios y ciudades, encarnaba para ellos el modelo de la transformación social según otros pilares y andamiajes: los de las buenas normas y conductas. De ahí que muchos elementos vinculados a la actividad proyectual, como las reglas, las escuadras y los compases, fueran convertidos en símbolos de los ideales de la masonería.

Reglas, escuadras y compases eran, además, los instrumentos capaces de dar vida a una geometría sagrada de trasfondos religiosos y filosóficos. Como sucedía por lo menos desde Pitágoras, los masones vieron en la geometría una representación de verdades universales, de razón y de perfección, que quisieron trasladar al orden social. Esta simbología aparece, por lo general, de manera subrepticia aunque insistente en sus producciones, como una suerte de mensaje secreto legado a las generaciones futuras.

En 2013, Paula Toto Blake comienza a investigar las huellas de la masonería en el entramado urbano de su ciudad natal, en un contexto emotivo y personal cargado de símbolos. En marzo de ese año había inaugurado la exposición Fragilidad en el Centro Cultural Recoleta, con imágenes de un cementerio y de objetos e interiores de edificios destruidos, transformados en voceros de la evanescencia de la condición humana. Pero en abril, cuando La Plata quedó sumida bajo el agua a raíz de un temporal, esas obras y la investigación que comenzaba cobraron un rumbo y un sentido por completo diferentes.

Para su pesquisa, Toto Blake recurre a los planos de la “ciudad de las diagonales” y a las fotografías de los edificios públicos que marcan, con su carácter monumental, la impronta pública enraizada en el armazón institucional. Sobre estas imágenes realiza, principalmente, dos tipos de operaciones. En algunas, dibuja símbolos masónicos que luego cala con un instrumento cortante produciendo un juego de llenos y vacíos, o de capas superpuestas, que conmueven la rectitud de los trazados y la solidez de las construcciones reproducidas. En otras, aplica una capa de metacrilato que copia las fachadas de los edificios – o partes de ellas – y luego las martilla hasta quebrarlas, dejando una maraña de grietas sobre las otrora elegantes alzadas de los palacios de gobierno. Unas y otras comparten el destino de la herida, de la destrucción. Hay, en ambos casos, un enfrentamiento a la autoridad de esos emblemas urbanos y arquitectónicos que resguardan, y muchas veces disimulan, las opresiones de poderes que no quieren ser vistos.

Sin embargo, el sentido abierto de estas operaciones se torna más terrenal cuando se observan a la luz de los acontecimientos de abril de 2013. Porque el corte –la herida– deja de ser tan solo una herramienta conceptual para mentar a un cuerpo social e individual – el de la propia artista, nacida en esa ciudad y con familiares residiendo allí – atravesado por el dolor de la desidia y la indiferencia gubernamental. Recordemos que tanto el gobierno local como el provincial, no sólo no hicieron nada para que la inundación no sucediera, sino que se encargaron sistemáticamente de ocular sus consecuencias nefastas – al día de hoy, por ejemplo, no existe una cifra oficial de los decesos que dejó la catástrofe.

Cuando Pedro Benoit presentó los planos de la ciudad de La Plata en la Exposición Universal de París de 1889 – la misma que vio nacer a la Torre Eiffel – obtuvo una medalla de oro a “la ciudad del futuro” y otra a “la mejor construida”. Esos logros coronaban su convicción en los ideales masónicos y su fe en el progreso social impulsado desde las acciones rectoras del Estado. Un siglo y cuarto después, esas acciones tienen la forma de un trazado urbano mudo y de edificios atónitos ante la capitulación de las protecciones básicas que ese Estado debería proveer.

Así, las obras de Paula Toto Blake no responden solo a una vocación documental sino que establecen las arenas de un conflicto. Un conflicto entre pasado y presente, entre convicciones morales e indolencia, entre silencio y elocuencia. Pero quizás el conflicto más agudo surja de la confrontación entre un mundo que creía en valores, razón y sabiduría, y el más liso y llano “baño de realidad” de nuestro tiempo. Un tiempo en el cual lo perenne y el “mensaje a las futuras generaciones” choca con lo que en definitiva somos: vulgarmente contingentes.

THE SYMBOLIC HOUSE

By Rodrigo Alonso | Curator

While many doubts about the founding, layout, planning and project execution that were the origins of the city of La Plata still exist, from the moment the Foundation Stone was laid in November 1882, it is rarely questioned that the two promoters, governor Dardo Rocha and engineer Pedro Benoit were members of Masonic lodges.

These associations abound throughout the Argentine territory, built upon solid moral values intertwined with architectural crafts, materials, ideas and tools. The constructor as a figure, with his ability to raise buildings and cities, embodied the model of social transformation according to other pillars and scaffolding –those of proper standards and manners. Therefore many elements related to project-like activities like rulers, squares and compasses were turned into symbols of Masonic ideals.

Rulers, squares and compasses were also used to bring philosophical and religiously grounded sacred geometry to life. Since Pythagoras, Masons had regarded geometry as the representation of universal truths, reason and perfection, intended to be shifted onto the social order. At large, this symbolism appears secretive albeit persistent in their productions, like a concealed message bequeathed to future generations.

In 2013, Paula Toto Blake started out her research on the traces of masonry within the urban framework of her birth town, immersed in an intimate, emotional context filled with symbols. In March of the same year, her exhibition Frailty had opened at Recoleta Cultural Centre showing images of a cemetery, objects and interiors of shattered premises, transformed into agents of the vanishing human condition. But in April, when a severe storm swamped La Plata, the works and investigation-in-progress gained an entirely new direction and meaning.

For her research, Toto Blake resorted to the “city of diagonals” maps and photographs of public buildings, indicating in its colossal nature the public stamp, rooted in the institutional frame. Over these images, the artist performs two types of operations. On some of them, she draws Masonic symbols.

that later on, carves with a sharp knife resulting in a play between full and hollow shapes or overlapped layers that stir the straightness of layouts and the solidity or reproduced blocks. On others, a thin layer of methacrylate is applied imitating all or part of the facades and then, hammers them until they break up, leaving cluttered cracks on the once stylish elevations of governmental palaces. They all share the destiny of wound and destruction. Both face the authority of such urban and architectonic hallmarks that safeguarded and often disguised the oppression of powers, wishing to remain unseen.

However, the open meaning of these operations becomes mundane when observed under the light of the events in April 2013. As the carving –the wound- is not just a conceptual tool but appoints a social and individual body –the artist’s having been born there and relatives still living there- straddled by the painful apathy of governmental indifference. Let us not forget that the local and provincial government not only failed to prevent the floods but constantly obscured the devastating consequences –in fact, as of today, there is still not a definite number of casualties.

When Pedro Benoit launched the city plan of La Plata at the Universal Exhibition in Paris of 1889 –where the Eiffel Tower was introduced, he won a golden medal to “the city of the future” and another one to the “best constructed”. Both attainments topped his strong belief in Masonic ideals and faith in social progress fostered by leading State actions. A hundred and twenty five years later, these actions are shaped after a silent urban layout of buildings bemused before the surrender of essential protection neglected by the very State.

Thus, Paula Toto Blake’s works not only respond to a documentary calling but ground a conflict. A conflict between past and present, between ethics and apathy, between silence and eloquence. Perhaps the acutest dispute arises when one world trusting values, reason and wisdom confronts another, submissive to a rather plain, straightforward “reality check” in our times. A time when the perennial, the “message to future generations” collides with our ultimate nature: to be profanely incidental.