Las exposiciones Pinturas de Aventura y Pararrayos son dos en una. La razón de esto es que, en principio, los artistas Tomás Rivas y Rodrigo Galecio trabajan en el mismo taller, compartiendo el mismo espacio, desde hace once años. Si bien se conocen y son amigos desde que entraron a la Escuela de Arte en 1994, en la práctica, sus modos de trabajo se han ido interrelacionando progresivamente al experimentar en el mismo laboratorio: intercambian materiales y herramientas, comparten recetas, formulan figuraciones, experimentan catástrofes, aventuras y pinturas, rayos y centellas.
Así, como las obras que salen de un taller de producción artística medieval o renacentista, sus trabajos manifiestan inquietudes individuales y colectivas, cruces de sensibilidades estéticas, visiones imaginarias personales y grupales que surgen en la coexistencia vivida mediante sus procesos de creación artística. En esta lógica, la exposición que vemos en el Museo de Artes Visuales se trata de un ensayo y una oportunidad para exhibir no sólo unas obras, sino el modo de una relación.
Pinturas de Aventura de Rodrigo Galecio
La serie principal para exponer es la de más reciente producción, Pinturas de Aventura de Rodrigo Galecio. “En esta he puesto en marcha algunos recursos y/o principios de trabajo que provienen del cómic como, por ejemplo, la formulación de un personaje que transita por el espacio plástico de las pinturas”, señala el artista.
Respecto a la configuración del personaje, que se llama señor Plano, su característica particular es que está sujeto a la estructura geométrica de la imagen, de tal forma que es la geometría la que configura su aspecto. Se trata, esencialmente, de un triángulo que aparece según la morfología que sostiene el sistema de orientaciones que, para la mirada, se sitúa en la pintura.
Por otra parte, se encuentra el hecho de que en las pinturas se ve un programa de cuadros secuenciados como en las tiras cómicas, pero de tal manera que cada cuadro está sujeto a la geometría por medio de la que se organiza el conjunto de los elementos que integran la pintura. En consecuencia, no se trataría de meras viñetas, sino de viñetas que surgen de y en la estructura compositiva del cuadro.
Además, el personaje que se mueve en el espacio de las pinturas, entre una y otra, incorpora un elemento narrativo que nunca se termina de explicitar como una narración literal, sino sólo como un acontecimiento que ocurre en el ámbito del ver y de la imagen. Es decir, no habría una historia en el sentido textual del término, sino, más bien, cualquier posible historia que aparecería como un contenido semi indeterminado, el cual, solo quien ve la obra está en condiciones de completar o elaborar imaginariamente. En las pinturas no se ilustra o narra una historia como se haría en un sentido convencional como se hace en un cómic. Sin embargo, habría una historia posible de ser completada por quien ve la pintura.
Esta historia no estaría referida a una narración previa que habría que ilustrar, sino, en principio, estaría anclada a referentes artísticos como la obra de Kazimir Malevich, la pintura constructivista, el cubismo, el arte y la cultura pop, el textil precolombino, la abstracción geométrica sudamericana, entre otros referentes.
Cada cuadro, entonces, sería una especie de aventura que vive señor Plano que no es otra que la experiencia de hacer y ver una pintura o las pinturas en general y que cada vez se manifiesta según diferencias al nivel del color, del estilo, de elementos simbólicos y de las referencias representadas, entre otros elementos configuradores.
La exposición será principalmente de dos series de pintura de mediano formato. Una se titula RaM, la cual está compuesta de 24 cuadros realizados entre 2002 y 2008 en acrílico sobre tela sobre bastidor rígido de MDF y cada uno de 100 x 100 x 5 cm. La otra serie se llama Pinturas de Aventura y de esta serie se expondrán los cuadros que hasta el momento la componen, que son 14 y que vienen produciéndose desde 2016. Las pinturas de esta serie son de 110 x 150 centímetros, excepto dos de ellas las cuales miden 110 x 110 cm. Además, se expondrán dos series de dibujos/pinturas sobre papel en pequeño formato.
Pararrayos de Tomás Rivas
La exposición Pararrayos de Tomás Rivas reúne el trabajo que ha realizado durante los últimos cuatro años. “La muestra se compone de más de cincuenta obras realizadas en mi taller en distintos formatos y técnicas, que serán incorporadas en la creación de obras murales específicas para distintas salas del museo. Estos trabajos comenzaron a organizarse y producirse en un formato de series, bajo distintas ideas y procesos que, en términos generales, se caracterizan por la multiplicidad de referentes iconográficos y experiencias personales reflejadas en imágenes. Tanto en el total como en sus partes y fragmentos, prevalece un pensamiento divergente que conjuga y configura imágenes de manera libre y asociativa”, explica Tomás Rivas.
A raíz de la apertura con la que se emprende este trabajo, se reconoce la construcción de una identidad visual híbrida o mestiza. Tiene un marcado interés por un tipo de museografía o puesta en escena de las obras que intenta complejizar los límites o bordes entre el objeto/obra y su contexto. En particular, destacan pinturas y dibujos realizados sobre planchas de yeso, un material bastante convencional en la construcción de interiores, que como soporte de dichas obras, adopta la función de una doble capa de muro y establece un puente directo con la arquitectura y configuración del espacio existente.
Contrario a una mirada ideologizante o utilitarista del arte, la propuesta museográfica se enfoca en la experiencia del espectador/a con las imágenes y la manera en la que estos/as construyen su sentido. El proyecto de exposición investiga la relación simbiótica de la mirada con las obras de arte. De esta forma, la exposición se planea como un recorrido visual que favorece el acto de observar en función y coordinación con el cuerpo y escala del espectador. Esta relación estaría potenciada por la configuración de cada muro de la sala como un total, adaptado, con obras murales, para recibir y orquestar las obras en el espacio del museo.
Para alimentar estos trabajos, Rivas desarrolla una constante revisión de archivos fotográficos, digitales e impresos, de manifiestos vanguardistas europeos y americanos de la primera mitad del siglo XX, en post de generar una libertad creativa e investigativa que intentan poner en valor la imaginación y la libre circulación de imágenes “desimbolizadas”.
En “Vida y muerte de la imagen” el autor Regis Debray plantea: “cuando menos se impone una imagen por sus propios medios, tanto mayor es su necesidad de intérpretes que la hagan hablar” y continúa, “la moda del símbolo total en las ciencias sociales ha coincidido con una desimbolización profunda de las artes visuales”. En este sentido, el proyecto se informa y alinea con la tesis de Debray en torno al potencial “polisémico inagotable” de las imágenes.
El trabajo de Tomás Rivas investiga, visualmente, las tensiones históricas presentes en la representación visual bidimensional y tridimensional. Revisa, además, el problema de la representación del espacio poniendo especial atención en los modos, tradicionales y contra-tradicionalistas, en los que una línea (dibujo) y un volumen (escultura) se conjugan para poner en tensión lo real (la arquitectura) con lo imaginario (las imágenes). La práctica del dibujo, entendida de una manera amplia, ha sido y es el campo para cultivar estas relaciones. Esa práctica la ha desarrollado de manera constante al interior de su taller, sin embargo, estos dibujos/pinturas en papel y planchas de yeso no han sido parte, hasta ahora, de proyectos de exposición. Esta propuesta de exhibición es la primera versión de una muestra que organiza y da sentido a nuevas series de dibujos y pinturas en relación con obras murales, activando así el espacio y la arquitectura interior del museo. Estos temas, trabajados desde una práctica constante de dibujo, han estado presentes en la obra del artista por más de dos décadas.
“En mi taller, durante los últimos cuatro años, he intentado establecer una relación consciente de mi cuerpo con el formato de trabajo. Es decir, que cada inicio de una obra sea una manera para intermediar con el espacio definido por un soporte específico. El tamaño de un papel, el espesor de una plancha de yeso o madera, la resistencia de un perfil de aluminio o la iluminación de una sala son ejemplos de soportes tendientes a generar una respuesta o una reacción en cadena. De ahí en adelante, tomo decisiones que tienden a potenciar o provocar mi propio sistema perceptual, busco organizar elementos y en lo posible descubrir un lazo individual y colectivo entre el objeto que aparece y su ambiente. Me interesa, particularmente, generar una vibración entre la cuestión del arte y nuestro contexto inmediato. Mediante el contraste y la relación, intento construir un espacio para un objeto – un dibujo enmarcado, por ejemplo – que se mueve entre lo ajeno y lo íntimo, entre lo social y lo sensible. Trato, dentro de lo posible, de generar una sorpresa o un descubrimiento tanto en mí cuando trabajo, como en el espectador cuando entra al espacio de exhibición”, explica Tomás Rivas.
Pinturas de Aventura y Pararrayos, de Rodrigo Galecio y Tomás Rivas
Museo de Artes Visuales (MAVI), José Victorino Lastarria 307, Plaza Mulato Gil de Castro. Santiago, Chile
Desde el 28 de agosto al 31 de octubre 2021 en el MAVI