“Fantasmas del ruido y de la luz: WIRELESS”
Por: Victoria Ramírez Mansilla
Quien dice recuerdo dice resurrección.
Raúl Ruiz
Vivimos rodeados de energías invisibles que atraviesan nuestro cuerpo, nuestro hogar y trabajo. En un mundo donde la radiación de las ondas electromagnéticas y sonoras son parte de nuestra rutina, no nos detenemos lo suficiente a pensar en cómo operan estas fuerzas fantasmales. Los sonidos de WIRELESS, de Rodrigo Toro Madrid —voces, vibraciones, melodías, poemas y acciones— sumergen al espectador en la extrañeza de quien navega por aguas prístinas y desconocidas.
En esta puesta en escena los mensajes espectrales arriban de un doble viaje: Una vez que el sonido del tocadiscos es transformado en luz por una lámpara especial, los sensores en la sala de exposición la captan y codifican nuevamente en sonido, haciéndola audible desde distintos ángulos. Los visitantes tienen la experiencia del audio fragmentado en convivencia con una luminosidad salpicada de sombras. De esta forma, el material original se traduce y regenera, como un recuerdo que se distorsiona hasta volverse uno nuevo.
Asimismo, cada vez que el tocadiscos arrastra su aguja por un vinilo, la pista sonora cambia y el material se erosiona y daña. Se produce una herida en el disco: los surcos de la desmemoria hacen efecto y causan interferencia. El tiempo, las horas que transcurren en la sala de exposición, funcionan para el espectador como un alterador de presencias. «¿Cómo negar que un hecho sucedido después de otro siempre se vive bajo la sombra proyectada por el primero y que la sucesión de las cosas siempre tiene un sentido?», nos dice la escritora francesa Annie Ernaux, para quien la memoria es un rompecabezas esquivo.
Por otra parte, En WIRELESS los objetos dispuestos en la sala actúan como una especie de Fasma que trae el material espectral hacia el presente. Para George Didi-Huberman los Fasmas eran apariciones que se concretaron en fotografías, textos míticos, sueños, reseñas etnográficas y esculturas, entre muchos otros formatos, que definió como “aquellas pequeñas cosas que aparecen, en relación directa y evidente con la supremacía del fantasma”.
De esta forma, la máquina funciona como un médium. Oímos viento, sintetizadores que evocan nostalgia, mientras alguien frota uno de sus dedos en el borde de un vaso que canta con sus propias vibraciones o mientras escuchamos la sutil repetición de una bola
de acero que se desliza por el pavimento. Se produce de esta forma un hueco, un espacio expansivo donde el visitante puede usar su imaginación y rememorar en un cruce con el presente.
En el caso de Rodrigo Toro Madrid, las tecnologías analógicas operan como un puente entre lo terrenal y lo sobrenatural, donde el artista nos vuelve parte de su obsesión hacia las máquinas, la óptica, la electrónica y el sonido. Se resiste en sus obras a la obsolescencia, en una época donde todo empuja hacia la aceleración y el consumo capitalista. Pero hay otra resistencia más formal, que tiene que ver con el uso de los materiales. El artista busca capturar la esencia de algo invisible —la memoria— y la vuelve lumínicamente apreciable, capaz de afectar al visitante.
Cinco artistas y compositores exhiben en esta instalación parte de sus trabajos sonoros, en colaboración con WIRELESS. Daniel Lara Ballesteros (México), SOLAND ANGEL (Yanik Soland + Mariana Angel, Suiza y Colombia), Ronja Svaneborg (Dinamarca) y Victoria Ramírez (Chile) son responsables de la vitalidad y la energía radiante de esta muestra, en la que nos enfrentamos a la memoria personal, pero también a la memoria colectiva y territorial desde distintos puntos del mapa. El español, aquella lengua madre del artista, se ausenta y aparece en breves vestigios convertidos en luz. Como dice la escritora argentina Sylvia Molloy: “Siempre se escribe desde una ausencia: la elección de un idioma significa el afantasmamiento del otro, pero nunca su desaparición”.
Aquí, como en la escritura, se trabaja desde y para la ausencia, pero sobre todo para el futuro: el Fasma en constante distorsión. La fragilidad de la memoria queda en evidencia y WIRELESS nos invita a reflexionar de forma generosa. Asistimos al rito funerario de los recuerdos, y al mismo tiempo a la celebración de aquellos que vendrán.