Del 7 de abril al 21 de julio de 2024, el Denver Art Museum (DAM) presentó Sandra Vásquez de la Horra: The Awake Volcanoes (Los volcanes despiertos), la primera exposición individual de la artista chilena en un museo estadounidense, bajo la curaduría de Raphael Fonseca, curador de Arte Latinoamericano Moderno y Contemporáneo del DAM.

En paralelo, del 18 de junio al 25 de agosto, la Akademie der Künste en Hanseatenweg, Berlín, presenta The murmur of the cosmos (El Murmullo del Cosmos), una exposición en honor al Premio Käthe Kollwitz 2023 otorgado a Sandra Vásquez de la Horra. La muestra incluye una instalación site-specific, El Manto de Obatalá, junto con más de sesenta dibujos, fotografías y objetos de la artista. Al final del post, compartimos algunas imágenes de esta exposición.

Nacida en 1967 en Viña del Mar, Chile, Sandra Vásquez de la Horra creció bajo la dictadura de Augusto Pinochet, una experiencia que ha marcado profundamente su práctica artística. En los años noventa, se trasladó a Alemania, donde continuó su formación y comenzó a desarrollar un estilo de dibujo distintivo. Su innovadora revisión de este medio explora la intersección entre fantasía y deseo, trascendencia y muerte, mediante la introducción en sus composiciones de elementos relacionados con la espiritualidad, el folclor, la mitología, la biología y la naturaleza.

The Awake Volcanoes — título que proviene de uno de los primeros trabajos de la artista — reunió 193 obras que reflejan la riqueza y versatilidad de su aproximación al dibujo. Figuras femeninas como entidades híbridas, integradas en paisajes extraños o transformadas en perfiles de volcanes y montañas, emergen en estos trabajos, en los que convergen de manera fluida referencias a la historia latinoamericana, las culturas afrodescendientes y ciertas tradiciones artísticas europeas.

Sandra Vásquez de la Horra crea un universo extraordinario lleno de demonios, fantasmas, criaturas míticas y sueños sombríos que reflejan influencias del surrealismo, el dadaísmo y las visiones fantasmagóricas de Francisco de Goya. Sus dibujos, cargados de misterio, erotismo e intimidad, son sumergidos en cera de abeja fundida, lo que les otorga una pátina atemporal y una textura distintiva.

Con frecuencia, sus obras se presentan sin enmarcar, clavadas directamente en la pared y yuxtapuestas de borde a borde, formando una especie de nube. Esta disposición constelar despliega un flujo continuo de narrativas y fabulaciones, donde cada dibujo dialoga con los que lo rodean.

The Awake Volcanoes fue organizada en cuatro secciones: Late un fuego allí dentro, que explora la relación entre el cuerpo y el paisaje; Botánica de la evolución, que examina los ciclos de la vida; Los pensamientos, que investiga cómo las imágenes dialogan con la escritura; y Aguas profundas, que reflexiona sobre la coexistencia entre los seres humanos, la espiritualidad y nuestro entorno.

Late un fuego allí dentro

Al inicio de su carrera, Vásquez de la Horra mostró un profundo interés por las diversas topografías y paisajes de Chile. Sus constantes viajes la llevaron a hacer numerosos dibujos de observación, en los cuales experimentó con colores, exageró detalles y expandió las escenas desde representaciones realistas hacia dimensiones más ficticias. Incluso a pequeña escala, el dibujo se convirtió en una herramienta para capturar los matices de la naturaleza.

Esta sección toma su título de uno de los primeros dibujos de la artista, en el que escribió la frase «Late un fuego allí dentro» debajo de un volcán en erupción. La frase sugiere que, tanto en la calma aparente de los volcanes como en el control racional de la psique humana, hay sentires latentes a punto de estallar. Dentro de cada uno de nosotros y en cada montaña, hay un volcán en potencia, cuyo despertar es solo cuestión de tiempo. Vásquez de la Horra manifiesta esta idea en algunas de sus obras, donde el paisaje corporal y el natural se fusionan en una sola entidad al establecer una analogía entre las siluetas de mujeres reclinadas y los contornos de montañas.

Un ejemplo de esta aproximación es El despertar de un volcán (2019), una obra que resuena con los primeros dibujos de la artista sobre paisajes y entornos de Chile. Siluetas de montañas evocan el cuerpo humano, con bocas y pezones que expulsan burbujas y sustancias coloridas.

En los últimos diez años, Vásquez de la Horra ha utilizado el papel no solo como superficie para sus dibujos, sino como un elemento escultórico en sí mismo. Al endurecerlo con cera de abejas y doblarlo delicadamente, a la manera de un leoporello, la artista da vida a entes geográficos, un cuerpo/escultura que, en piezas como Del Sol naciente (2023), Volver a ti (2023) y La dormida (2021), alude a diversos momentos del ciclo de la vida, como el placer sexual y la belleza de la maternidad.

Botánica de la evolución

Desde la década de 1980, Sandra Vásquez de la Horra ha explorado la relación entre el cuerpo humano y la imaginería de campos científicos como la botánica y la anatomía. La artista transforma siluetas de cabezas y órganos humanos en formas tanto reconocibles como innovadoras. Al subvertir la dicotomía entre animales y plantas, Vásquez de la Horra destaca la importancia del dibujo para explorar lo fantástico en las artes visuales, más allá de su uso en la ciencia y su búsqueda de la verdad.

Estas transformaciones permiten que un feto se convierta en un pabellón auricular, o que formas orgánicas se configuren como espermatozoides en su viaje hacia un óvulo, como se observa en una serie de grabados tempranos presentados en esta sección. Estos trabajos, que remiten a nociones de fertilización y vida, capturan escenas llenas de movimiento y energía, reflejando los intensos cambios físicos y psicológicos que atraviesa el cuerpo humano durante el embarazo.

En una serie de pinturas de 1997, Vásquez de la Horra presenta torsos humanos al estilo de ilustraciones médicas, incluso marcando diferentes órganos con letras cursivas. Sin embargo, se trata de representaciones ficticias, con formas y colores inventados. La artista, en su constante experimentación, explora aquí las intersecciones entre la ciencia y la creación de imágenes.

Este apartado de la exposición también incluyó Simbiosis, una serie de obras de mediados de la década de 1990. En estas piezas, Vásquez de la Horra combina su interés por la anatomía con la representación de la violencia en los medios de comunicación. La artista apila y conecta quirúrgicamente cráneos, cabezas y torsos humanos, algunos de los cuales transforma con elementos gráficos del universo de la tecnología.

Los pensamientos

En 2010, mientras la artista continuaba transformando la figura humana en sus dibujos, empezó a incorporar palabras en español, inglés, alemán e italiano. Estas conexiones entre imágenes y texto invitan a una comprensión más profunda y matizada de su trabajo, destacando cómo la escritura puede ser vista como un ejercicio de dibujo, y cómo el dibujo, a su vez, está estrechamente relacionado con la escritura.

Durante su estancia en Alemania, entre 2002 y 2003, Vásquez de la Horra amplió su práctica artística hacia la performance, la fotografía y el video. En El secreto de tu pelo (2000), una animación en stop-motion, seguimos el trayecto de una línea acompañada por los sonidos de una guitarra. La pieza, que transita entre lo familiar y lo desconocido, se convierte en una elegía a la línea y su capacidad para guiarnos a través de diversos lugares y sensaciones en apenas unos segundos.

En Hemisferios (2002), una performance para la cámara, Vásquez de la Horra escribe simultáneamente en ambos lados de un cuaderno. Con los ojos vendados y utilizando carbón, la artista mancha no solo las páginas del cuaderno, sino también su propio cuerpo. Esta obra es probablemente la más explícita en relación con la historia de Chile y el régimen autoritario de Pinochet (1973-1990), ya que Vásquez de la Horra escribe frases que evocan los tiempos represivos que vivió en su país de origen.

En otra obra de 2019, que lleva escrita la frase Y este mar que tranquilos nos baña, la artista hace referencia al himno nacional de Chile, compuesto en 1819, cuya letra original es «y ese mar que tranquilo te baña». Al cambiar el «tú» por el «nosotros», la artista nos invita a reflexionar sobre su narrativa y plantea la pregunta: ¿Qué hay en esas aguas?

Aguas profundas

Desde principios de la década de 2010, el trabajo de Sandra Vásquez de la Horra ha ampliado su escala y el uso del color. La artista comenzó a ensamblar sus dibujos a partir de cuatro o incluso seis hojas de papel distintas. Estas obras incorporan frases más extensas que las anteriores, cuyo carácter fragmentado ha sido reemplazado por oraciones que sugieren acción, con tanta fuerza como para evocar lo cinemático.

A principios de la década de 2000, Vásquez de la Horra experimentó con medios digitales para crear una serie de autorretratos. En estas obras, amplía su paleta de colores y sugiere movimiento. Su interés y compromiso con diversos sistemas religiosos se hacen evidentes al integrar su cuerpo físico con deidades como Changó, del panteón yoruba y candomblé, así como la diosa romana Venus.

Saludos a Olorum (2021) es una de las obras más emblemáticas de este período. En ella, Vásquez de la Horra rinde homenaje a Olorum, el Dios Supremo creador del universo, de acuerdo con diversos aspectos de la cultura yoruba y el candomblé, una religión brasileña arraigada en tradiciones africanas de la cual la artista es practicante.

Sandra Vásquez de la Horra utiliza iconografías y expresiones populares mediante un proceso de recopilación, combinación e hibridación, creando dibujos en los que figuras, escenas y alegorías de diferentes épocas se entrelazan para formar una mitología contemporánea y un lenguaje visual propio: una energía cósmica materializada en desconcertantes obras de arte.

Con motivo de la muestra, se ha publicado un catálogo en colaboración con Scala Arts Publishers, que incluye una introducción y cuatro breves ensayos del curador Raphael Fonseca, donde se expone la trayectoria artística de Vásquez de la Horra en Chile y Alemania.

A lo largo de estos textos, Fonseca explora las incursiones de la artista en la mitología, la botánica, la geografía y el texto, que han creado significados complejos y multifacéticos en sus dibujos. La artista chilena Cecilia Vicuña también ha contribuido con un poema. El catálogo, profusamente ilustrado, incluye una lista de las obras presentadas en la exposición.

Artículo publicado originalmente en Artishock