Por Andrea Pacheco González | Curadora

Con un espíritu antropológico propongo la definición siguiente de la nación: una comunidad política imaginada como inherentemente limitada y soberana. Es imaginada porque aun los miembros de la nación más pequeña no conocerán jamás a la mayoría de sus compatriotas, no los verán ni oirán siquiera hablar de ellos, pero en la mente de cada uno vive la imagen de su comunión (…) Es esta fraternidad la que ha permitido, durante los últimos dos siglos, que tantos millones de personas maten y, sobre todo, estén dispuestas a morir por imaginaciones tan limitadas.

Benedict Anderson


Uno de los desafíos a los que se enfrentarán los gobiernos en las próximas décadas, tanto en el Norte como en el Sur global, será afrontar los problemas asociados al arcaico constructo de nación con herramientas contemporáneas. Aunque una densa arquitectura intelectual ha legitimado esta unidad de organización territorial desde el siglo XVII, el nacionalismo, uno de sus espectros asociados, sigue siendo una patología social que emerge una y otra vez, transformándose en un tapón que impide la evolución de nuestra civilización.

El origen de la idea de nación, como comunidad que comparte territorio, etnia, lengua y religión, es premoderno y se remonta a ese espacio tiempo bajomedieval en el que desde la península ibérica se impulsa un proyecto civilizatorio transatlántico basado en crucifjos y jerarquías raciales que permitieron la deshumanización “del moro como arquetipo del otro” (Majid, 2008). Seis siglos después, el mundo sigue organizado geopolíticamente en base a esta fabulación, pues la nación sigue siendo ese «artefacto cultural» (Anderson, 1983) que se alimenta de la fantasía y se sostiene desde la emoción.

Tomamos el término cosmonación del antropólogo afroamericano Michel S. Laguerre, para afirmar que las comunidades diaspóricas no rompen relaciones con sus lugares de origen, sino que permanecen conectadas de múltiples maneras, generación tras generación. De este modo, las personas desplazadas y sus descendientes habitan una nación multilocalizada, una cosmonación en la cual se conectan territorios geográficamente distantes a través de sus historias de vida.

Valeria Montti Colque: Cosmonación, Pabellón de Chile en la 60° Exposición Internacional de Arte – La Biennale di Venezia, 2024. Foto cortesía del Pabellón chileno.
Valeria Montti Colque: Cosmonación, Pabellón de Chile en la 60° Exposición Internacional de Arte – La Biennale di Venezia, 2024. Foto cortesía del Pabellón chileno.
Valeria Montti Colque: Cosmonación, Pabellón de Chile en la 60° Exposición Internacional de Arte – La Biennale di Venezia, 2024. Foto: Daniela Aravena Jordan
Valeria Montti Colque: Cosmonación, Pabellón de Chile en la 60° Exposición Internacional de Arte – La Biennale di Venezia, 2024. Foto cortesía del Pabellón chileno.
Valeria Montti Colque: Cosmonación, Pabellón de Chile en la 60° Exposición Internacional de Arte – La Biennale di Venezia, 2024. Foto cortesía del Pabellón chileno.
Valeria Montti Colque: Cosmonación, Pabellón de Chile en la 60° Exposición Internacional de Arte – La Biennale di Venezia, 2024. Foto cortesía del Pabellón chileno.

Valeria Montti Colque nació en Suecia, en 1978, dos años después de que sus padres huyeran de la dictadura militar chilena y se instalaran en Estocolmo como parte del compromiso institucional sueco con el derrocado gobierno de Salvador Allende. Montti Colque pertenece a la generación chilena nacida en el norte de Europa, en el seno de familias rotas por el trauma del exilio y el desarraigo. Creció en un municipio situado a unos 35 kilómetros del centro de Estocolmo, un suburbio que a mediados de los años ochenta albergaba una comunidad diversa de desplazados, emigrantes y exiliados de distintos continentes.

La particular forma de vida y convivencia que se dio al interior de este enclave diaspórico (Laguerre, 1998), cargado de riqueza y diversidad cultural, ha sido la fuente que alimenta su trabajo desde que comenzó a realizar performances en la calle con veinte años. Ya sean acciones, dibujos, murales, esculturas o instalaciones, en su obra abundan las presencias humanas con identidades variables, subjetividades híbridas, cuerpos-collage y objetos animados, en tránsito constante, siempre en camino hacia algún lugar.

Como otras artistas, Valeria utiliza su cuerpo y, más concretamente, su rostro enmascarado como una estrategia de camufaje frente a la violencia de un contexto donde funcionan diferentes tecnologías de otrerización y exclusión. La máscara opera como una forma de acceder -y permitir el acceso- a esos “otros modos de existencia” (Latour, 2013); existencias mosaicales, ch’ixi (Rivera Cusicanqui, 2018), que se conforman a partir de fragmentos culturales diversos, interrumpiendo así la naturaleza pretendidamente homogénea de las identidades nacionales.

En sus obras, Montti Colque nos invita a acercarnos a un territorio donde se interrelacionan elementos simbólicos y materiales de todas las naciones que habita. No sólo hablamos de Chile y Suecia; su trabajo invoca a las comunidades andinas o a la diáspora africana que también se cruzan en su biografía.

Como escribe Stuart Hall, «los sujetos diaspóricos son portadores de historias y culturas particulares, tradiciones de enunciación, lenguas, textos y mundos de signifcado que los han modelado irrevocablemente […] Pero las huellas de la formación de estas identidades nunca son singulares sino múltiples, y como tales, estas huellas siempre se niegan a ser coherentes dentro de una única narrativa de pertenencia».

Valeria Montti Colque: Cosmonación, Pabellón de Chile en la 60° Exposición Internacional de Arte – La Biennale di Venezia, 2024. Foto cortesía del Pabellón chileno.
Valeria Montti Colque: Cosmonación, Pabellón de Chile en la 60° Exposición Internacional de Arte – La Biennale di Venezia, 2024. Foto cortesía del Pabellón chileno.

La exposición del pabellón chileno en la 60ª Bienal de Venecia es el resultado del trabajo y la hermandad de un grupo de personas en torno a la obra de Valeria; una práctica enlazadora de mundos, canalizadora de todo aquello que necesitamos recuperar como humanidad. Muchas manos y corazones se han unido para levantar la pieza central de la muestra, Mamita Montaña, una escultura textil de más de seis metros de altura que surge de la añoranza, pero también del deseo de experimentar un horizonte andino en tierras nórdicas.

La artista y tejedora Elvira Espejo Ayca utiliza la expresión aymara yanak uywaña para referirse a “la crianza mutua de las artes». Una idea ancestral que nos permite entender lo que esta monumental instalación representa: un refugio simbólico para esos cuerpos e identidades del exilio y el post-exilio, la patria desplazada, esa otra comunidad imaginada que es la nación fuera de la nación en la que vive cada miembro de la diáspora.

Alrededor de esta montaña encontramos una procesión de figuras de cerámica, deidades o seres mitológicos en tránsito, que dialogan con los personajes de un extravagante conjunto de edificios. La mujer del video, extraña en su propio escenario, realiza el fatigoso ascenso a la cumbre; su cuerpo es un territorio poblado de sueños y memorias.

En la Cosmonación que aquí presentamos, el paisaje natural se funde con el urbano; abundan las identidades múltiples, abigarradas, habitantes de una geografía íntima a la que, sin embargo, todos estamos invitados a entrar.

Valeria Montti Colque: Cosmonación, Pabellón de Chile en la 60° Exposición Internacional de Arte – La Biennale di Venezia, 2024. Foto cortesía del Pabellón chileno.
Valeria Montti Colque: Cosmonación, Pabellón de Chile en la 60° Exposición Internacional de Arte – La Biennale di Venezia, 2024. Foto cortesía del Pabellón chileno.
Valeria Montti Colque: Cosmonación, Pabellón de Chile en la 60° Exposición Internacional de Arte – La Biennale di Venezia, 2024. Foto cortesía del Pabellón chileno.
Valeria Montti Colque: Cosmonación, Pabellón de Chile en la 60° Exposición Internacional de Arte – La Biennale di Venezia, 2024. Foto cortesía del Pabellón chileno.

A través de este proyecto, la obra de Valeria Montti Colque vincula al visitante con uno de los debates más necesarios de la actualidad, donde se cruza la cuestión de ¿quién soy? con ¿dónde estoy?, y la forma en que “se territorializa la vida en la diáspora” (Yala Kisukidi, 2020).

Cosmonación no sólo tensiona la noción de representación nacional al presentar por primera vez una artista chilena no nacida en Chile en la Bienal de Venecia sino que, a su vez, cuestiona la construcción de la historia del arte nacional, el alcance y pertinencia de sus categorías, herederas de narrativas hegemónicas débilmente cuestionadas, permitiéndole abrir nuevos relatos hacia un horizonte cultural global en constante transformación.


Pabellón de Chile en la 60° Exposición Internacional de Arte – La Biennale di Venezia
COSMONACIÓN
Artista: Valeria Montti Colque
Curadora: Andrea Pacheco González
Productora: Carola Chacón Zuloaga
Comisaria: Florencia Loewenthal, Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio – Ministerio de Relaciones Exteriores, Gobierno de Chile
Coproducida por Bonniers Konsthall, Suecia

Sede: Magazzino n. 42, Marina Militare, Arsenale di Venezia, Fondamenta Case Nuove 2738/C (cerca de Campo della Celestia)

20 de abril al 24 de noviembre de 2024